Durante el siglo IX, la costa atlántica de la península ibérica fue objetivo de incursiones vikingas. Entre los años 844 y 858, los vikingos realizaron ataques a lo largo de la costa norte de la península. En De Vikingos queremos adentrarnos en la historia de los vikingos en Asturias.
Claves para entender qué hicieron los vikingos en Asturias
- Primer Avistamiento en Gijón (844): Los vikingos llegaron a Gijón tras abandonar la desembocadura del Garona. Aunque no atacaron la ciudad, su presencia generó alarma.
- Reorientación a Galicia: Desistieron de atacar la escarpada costa asturiana y se dirigieron a Galicia, donde saquearon y enfrentaron a las tropas de Ramiro I.
- Fortificaciones Defensivas: Tras las incursiones vikingas, se construyeron castillos a lo largo de la costa asturiana y gallega para protegerse de futuros ataques marítimos.
Los vikingos en Asturias
Durante el siglo IX, El Reino de Asturias se convirtió en objetivo de las incursiones vikingas, marcando un período de desafío para el reino en tiempos del mandato de Ramiro I. En el año 844 d.C., los vikingos, después de abandonar la desembocadura del Garona en Francia, aparecieron ante las costas de Gijón. Aunque hay debate sobre si hubo un desembarco con saqueo en la ciudad y sus alrededores, la posibilidad de atacar la escarpada costa astur parece haber disuadido a los vikingos, que dirigieron sus esfuerzos hacia la vecina Galicia.
Ramiro I se enfrentó a las tropas vikingas en Galicia y las derrotó cerca del puerto de A Coruña. La segunda oleada vikinga, hacia el 858, nuevamente atacó la costa gallega, asediando Santiago de Compostela, pero fue repelida por un ejército leonés liderado por el conde Pedro. Tras estos ataques, Asturias y Galicia se fortificaron, construyendo castillos a lo largo de la costa para defenderse de futuras incursiones.
Una breve historia del Reino de Asturias hasta el siglo IX
El Reino de Asturias surgió tras la batalla de Covadonga (722), donde el líder asturiano Pelayo logró una victoria sobre las fuerzas musulmanas. Inicialmente, el reino fue un refugio para los cristianos que huían de la conquista musulmana. No fue hasta el reinado de Alfonso I (739-757), cuando el territorio del reino comenzó a expandirse hacia el norte y el este. Durante este período, se estableció la capital en Oviedo, consolidando así la identidad asturiana.
El reino enfrentó continuas incursiones musulmanas, pero también logró expandirse gradualmente hacia el sur. Alfonso II (791-842), conocido como el Casto, fue un monarca clave en la consolidación del reino y en la promoción del cristianismo en la región. Durante su reinado, se llevaron a cabo importantes obras arquitectónicas, como la construcción de la iglesia de Santa María del Naranco y la iglesia de San Julián de los Prados en Oviedo.
Hacia el siglo IX, el Reino de Asturias ya estaba establecido como una entidad política y cultural sólida en la península ibérica. La llegada de los vikingos en el siglo IX añadió una nueva amenaza a la región, pero también contribuyó a forjar la identidad asturiana a través de la resistencia y la defensa de su territorio.
Como se ve en el mapa, en la época de las incursiones vikingas, la actual Galicia se encontraba en el Reino de Asturias.
Ataque Vikingo del 844. Los Vikingos en Asturias
En el año 844, un grupo de naves vikingas danesas procedentes de una incursión por el río Garona (actual sudoeste den Francia), fueron desbandadas por una tempestad. Tras reagruparse llegaron a Gijón. No existen evidencias de que atacaran Gijón y se sospecha que se limitaron a reconocer la zona.
El grupo se dirigió hacia la actual Galicia, quedando sus andanzas reflejadas en los Annales Bertiniani (una crónica franca que abarca entre el año 830 y el 882). Según la crónica, los daneses saquearon algunas aldeas costeras hasta que fueron rechazados por una hueste de Ramiro I cerca del Farum Brecantium, también conocida como la Torre de Hércules en La Coruña.
Los vikingos atacan Al-Ándalus
Las naves supervivientes saquearon Lisboa durante 13 días entre agosto y septiembre, hasta que un ejército musulmán se acercó. Luego se desplazaron al Algarve y al golfo de Cádiz, remontaron el Guadalquivir y el 25 de septiembre derrotaron a los cordobeses en la batalla de Cabtal, saqueando las afueras de Isbiliya (Sevilla), mientras los ciudadanos huían a Carmona. Los vikingos establecieron un fortín en Tablada, pero se retiraron el 28 de septiembre ante la llegada de 15 naves musulmanas.
Abderramán II preparó un contingente para enfrentarse a los vikingos capitaneado por Musa ibn Musa al-Qasi. Los vikingos se dividieron en cuatro grupos: uno atacó Morón, otro Benilaiz, otro Fuente de Cantos y otro Córdoba. El ejército cordobés logró neutralizara los diferentes grupos uno a uno. Los vikingos que lograron escapar y negociaron su retirada, continuaron sus ataques por el Mediterráneo, llegando a Alejandría en un épico viaje de catorce años.
Ataque Vikingo del 858 al Reino de Asturias
En el año 858, durante el reinado de Ordoño I, una formidable flota vikinga vió a aparecer en las costas de Galicia. Este grupo, compuesto por cien drakkar vikingos provenientes de saqueos en las costas francesas, se dirigió hacia la ría de Arosa. Después de saquear la diócesis de Iria Flavia, avanzaron hacia Santiago de Compostela y sitiaron la ciudad.
Los habitantes de Compostela pagaron un tributo para evitar el saqueo, pero los vikingos persistieron en su intento de tomar la ciudad. Finalmente, una hueste liderado por el conde Pedro levantó el sitio, derrotando a los invasores y destruyendo algunos de sus barcos. Los vikingos supervivientes se dirigieron al sur de la costa gallega, saqueando las poblaciones a su paso. Como consecuencia de esta expedición, la sede episcopal de Iria Flavia fue trasladada a Santiago de Compostela.
Últimos ataques vikingos a Galicia
Incursiones de los años 951 y 964
Los vikingos saquearon de nuevo la costa gallega. esto provocó que las ciudades reforzaran sus defensas con el fin de evitar futuros ataques. Hacia el año 964 los vikingos realizaron una nueva incursión que fue rechazada por el obispo Rosendo de Mondoñedo.
Incursión vikinga a Galicia del año 968
El el 969, el sucesor de Rollo como Duque de Normandía, temiendo una invasión francesa, solicitó ayuda a sus parientes daneses y noruegos, quienes acudieron con una gran flota vikinga. Tras derrotar al rey de Francia, los vikingos permanecieron en Normandía, causando problemas que llevaron al duque a animarlos a conquistar Galicia, una tierra conocida por su riqueza.
Unas doscientas naves llegaron a Galicia. Cien naves atacaron la costa cantábrica, mientras las otros cien barcos vikingos se adentraron en la ría de Arousa y desembarcaron en Xunqueira, avanzando hacia Santiago de Compostela. Tras ser derrotadas las tropas del Reino de Asturias que salieron a su paso, los vikingos se dispersaron por Galicia, llegando hasta el Courel. Los vikingos devastaron Bretoña, cuya sede fue luego reconstruida en Mondoñedo.
Los vikingos permanecieron cerca de tres años en Galicia, saqueando y matando. Al regresar a sus naves con botín y prisioneros, fueron interceptados por un ejército liderado por el conde Gonzalo Sánchez, quien los venció cerca de la ría de Ferrol hacia 970, matando a su líder y quemando la mayoría de sus naves. Después de abandonar Galicia, los vikingos saquearon la costa entre el río Duero y Santarém.
Consecuencias de las incursiones vikingas a Asturias y Galicia
Las incursiones vikingas provocaron la destrucción de las sedes episcopales, resultando en su traslado a Santiago de Compostela y Mondoñedo, respectivamente, lo que alteró la estructura del poder eclesiástico en Galicia. En respuesta a las amenazas, se erigieron fortificaciones como las Torres del Oeste y la muralla de Santiago para defenderse de futuros ataques nórdicos.
Aunque la presencia vikinga en Galicia fue menor comparada con otras regiones de Europa, se especula sobre posibles asentamientos en el interior de la provincia de La Coruña y en el norte de la costa gallega. Algunas influencias escandinavas persisten en Galicia, como topónimos relacionados con los normandos, aunque estos parecen más ligados a las peregrinaciones que a las incursiones vikingas.